martes, 26 de agosto de 2014

El factor desequilbrante en los hechos de armas fueron los almogavares

Cuando una situación de guerra se prolonga durante mucho tiempo, en los territorios de frontera es muy difícil llevar una vida normal dedicada a la agricultura o a la ganadería. Fuera del refugio de las ciudades se está siempre en peligro de que las incursiones enemigas se lleven el trabajo de meses en un solo día, o peor aún, que se lleven rehenes o que se produzcan bajas.

Esto es lo que sucedió durante mucho tiempo en las zonas de frontera entre sarracenos y cristianos en el noreste de la península ibérica.

En estas circunstancias, las gentes más rudas fueron dedicándose cada vez más al saqueo del otro lado de la frontera. Una vida relativamente más fácil que la de cultivar o cuidar ganado, puesto que en pocos días se conseguía un botín que podía durar meses.

A medida que la frontera fue bajando, se fueron incorporando a este modo de vida más y más serranos de las montañas de Aragón y Cataluña, y acabaron teniendo un nombre: los almogávares.

Al ser muchos ya se les podía localizar y pactar con ellos recompensas y botín a cambio de pelear por alguna causa.

En tiempos de la conquista de Valencia ya se pudo formar con ellos una compañía especialmente belicosa.

Incluso antes ya se tenía un imagen bastante definida sobre ellos.

Estas gentes que se llaman Almogávares no viven más que para el oficio de las armas. No viven ni en las ciudades ni en las villas, sino en las montañas y los bosques, y guerrean todos los días contra los sarracenos: y penetran en tierra de sarracenos una jornada o dos, saqueando y tomando sarracenos cautivos; y de eso viven. Y soportan condiciones de existencia muy duras, que otros no podrían soportar.

Que bien pasarán dos días sin comer si es necesario, comerán hierbas de los campos sin problema. Y los adalides que los guían conocen el país y los caminos. Y no llevan más que una gonela o una camisa, sea verano o invierno, y en las piernas llevan unas calzas de cuero y en los pies unas abarcas de cuero. Y traen buen cuchillo y buena correa y un eslabónen el cinto. Y trae cada uno una buena lanza y dos dardos, así como una panetera de cuero a la espalda, donde portan sus viandas. Y son muy fuertes y muy rápidos, para huir y para perseguir; y son catalanes y aragoneses y sarracenos.

Su dedicación exclusiva a la guerra como forma de vida les hizo temibles en la lucha tanto por tierra como por mar.

Fueron ellos los que formaron las tripulaciones de las galeras que lucharon contra los franceses en las costas catalanas, y fueron ellos los que aniquilaron el ejército francés cuando este se retiraba cruzando los Pirineos mandados por Roger de Lauria.

Por eso cuando el conflicto en la casa de Aragón y la casa de Anjou  a cuenta de Sicilia se da por terminado, los almogávares se encuentran desubicados y sin una misión que cumplir. Tienen que recurrir a nuevas aventuras más hacia Oriente, pero eso está ya detrás de nuestro horizonte.


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